miércoles, 2 de junio de 2010

Y entonces, lluvia de verano...


¿Saben lo que es la lluvia de verano?

Primero la belleza pura horadando el cielo de verano, ese temor respetuoso que se apodera del corazón, sentirse uno tan irrisorio en el centro mismo de lo sublime, tán frágil y tan pleno de la majestuosidad de las cosas, atónito, cautivado, embelesado por la magnificencia del mundo.

Luego, recorrer un pasillo y, de pronto, penetrar en una cámara de luz, Otra dimensión, certezas recien formadas. El cuerpo deja de ser ganga, el espíritu habita las nubes, la fuerza del agua es suya, se anuncian días felices, en un renacer.

Después, como a veces el llanto, cuando es rotundo, fuerte y solidario, deja tras de sí un gran espacio lavado de discordias, la lluvia, en verano, barriendo el polvo inmóvil, crea en las almas de los seres una suerte de hálito sin fin.

Así, ciertas lluvias de verano se anclan en nosotros como un nuevo corazón que late al unísono del otro.

"La elegancia del erizo"
-Muriel Barbery-